jueves, 18 de febrero de 2016

II DOMINGO DE CUARESMA - C

LIBRO DEL GÉNESIS 15, 5-12.17-18
En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo:
-Mira al cielo, cuenta las estrellas si puedes.
Y añadió:
-Así será tu descendencia.
Abrán creyó al Señor y se lo contó en su haber. El Señor le dijo:
-Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.
Él replicó:
-Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?
Respondió el Señor:
-Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.
Abrahán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo inundó a Abrahán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Aquel día el señor hizo alianza con Abrán en estos términos:
-A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río.

COMENTARIO

Una noche inesperada de nuestra historia Dios también nos aborda como a Abrán: Cuenta el número de las estrellas si puedes… Así será tu descendencia.
Abrán creyó y fue padre de un gran pueblo, del que nacería Jesús; Por eso, desde entonces, a todos los creyentes se nos conoce con el nombre de hijos de Abraham.
¿Qué nos puede decir a nosotros esta historia de Abrán? ¿Qué nos quiere comunicar el autor sagrado con este relato?
Nos habla de la fe, de fiarse de Dios Padre no solo en los momentos de prosperidad sino también en las adversidades de la vida. Abrán aguantó el bochorno del día y perseveró en la oscuridad y el terror de la noche; mantuvo encendida la antorcha de su fe y Yahvé premió su constancia y firmeza: Aquel día Yahvé hizo una alianza con Abrán.
¡Qué fácil es el camino de la fe cuando nos sonríe la vida! Mientras gozamos de una familia unida, con un nivel de vida confortable, donde los hijos triunfan, los vecinos nos aprecian, las amistades nos quieren y todos nos envidian.
¡Qué difícil mantener la firmeza de la fe en las adversidades de la vida! Cuando nos sorprende una desgracia inesperada en la familia: un accidente en carretera, en el trabajo…; nos quedamos sin trabajo, nos castiga el hambre la enfermedad, la muerte de un ser querido…

Abrán se nos ofrece como padre en la fe y modelo de creyente. En la vida también encontraremos, sin necesidad de buscarlos, momentos difíciles que nos instigan a desconfiar de Dios. Vigilemos entonces para ahuyentar, sin desalentarnos, a los buitres que nos acosan en nuestra soledad y debilidad; mantengamos ardiendo la antorcha de la fe. El autor sagrado insiste que nuestra perseverancia y constancia subirá a la presencia de Dios Padre como ofrenda grata a sus ojos.
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