viernes, 27 de mayo de 2016

CORPUS CHRISTI - C

GÉNESIS 14, 18-20
En aquellos días, Melquisedec, Rey de Salem, ofreció pan y vino. Era sacerdote del Dios Altísimo. Y bendijo a Abrahán diciendo:
- Bendito sea Abrahán de parte del Dios Altísimo, que creó el cielo y la tierra. Y bendito sea el Dios Altísimo que ha entregado tus enemigos a tus manos.
Y Abrahán le dio el diezmo de cada cosa.

COMENTARIO

Estamos ante un personaje bíblico que tan solo aparece en un momento de la Historia y desparece para siempre. El momento en el que aparece es en la escena en la que Abrahán regresa de vencer a sus enemigos y se presenta ante este sacerdote del Altísimo para agradecer la victoria recibida del Dios Altísimo.
El autor sagrado define a este rey y sacerdote con el nombre de «Justicia», y es también rey de Salem, que significa «Paz».
Melquisedec recibe a Abrahán con los dones de la hospitalidad: pan y vino, símbolos de los alimentos básicos de subsistencia; bendice a Abrahán de parte de Dios y al Dios Altísimo por haberle dado la victoria. Al mismo tiempo, Abrahán le corresponde ofreciéndole la décima parte de todo lo que traía.
El autor de la carta a los Hebreos no encuentra mejor personaje simbólico de Cristo, Sacerdote de la Nueva Alianza. Ya los textos del Antiguo Testamento habían visto en Melquisedec el personaje simbólico del Mesías.
En la festividad del Cuerpo y Sangre de Cristo no podemos encontrar símbolos más acertados que el pan y el vino: ambos nos recuerdan la Eucaristía y la presencia de Cristo en ellos. La escena del encuentro entre Melquisedec y Abrahán nos habla simbólicamente de la celebración del encuentro eucarístico: bendición, acción de gracias, alimento del cuerpo y sangre de Cristo, compartir los dones recibidos…
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