miércoles, 20 de julio de 2016

SANTIAGO APÓSTOL (2)

FESTIVIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.

El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no procede de nosotros.

Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.

COMENTARIO

Celebramos hoy la fiesta de Santiago el Mayor, uno de los tres apóstoles que gozaban de una mayor intimidad y cercanía con el Señor. Pedro, Santiago y Juan son los que acompañan a Jesús en los acontecimientos más significativos de su vida, especialmente en la transfiguración en el monte Tabor y en el huerto de los olivos en el momento de oración de Jesús, cuando acepta la voluntad del Padre sobre el destino trágico de su vida terrena.
En España, y más particularmente en Galicia, lo celebramos e invocamos como nuestro santo patrón y protector de «Las Españas», es decir, también incluimos bajo su protección a todas las naciones de Hispanoamérica. Hoy le ensalzamos diciendo: «Astro brillante de España, apóstol Santiago, tu cuerpo descansa en paz, tu gloria pervive entre nosotros».
Es triste ver cómo esta festividad ha ido perdiendo fervor: en gran parte de España ya no se celebra. ¡Que en Galicia se siga conservando!
Para todo creyente, celebrar la fiesta de cualquiera de los apóstoles es particularmente significativo. De ellos hemos recibido el testimonio de la fe; son los primeros que dieron su vida por defender la fe que profesaban; de ellos recibieron la fe nuestros antepasados; nuestros padres nos la transmitieron a nosotros y es nuestro deber conservarla y trasmitirla a nuestros descendientes. Lo más grande que nos ha dado Dios Padre, por medio de nuestros padres, es la vida y con ella la fe.
Los apóstoles nos transmitieron las palabras de Jesús, dejaron constancia de los hechos más significativos del Maestro, nos hablan de los prodigios milagrosos de Jesús, nos cuentan cómo actuaba Jesús y, lo más importante, hicieron de su vida un testimonio vivo de la de Jesús.
Los textos sagrados que escuchamos en la eucaristía de hoy y que reflejan la fe vivida por aquellos apóstoles merecen una reflexión.
En los Hechos de los Apóstoles san Lucas deja escrito: Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Animaban a aquellos primeros creyentes afirmando y testificando que Jesús estaba vivo, no se había ido para siempre y con su resurrección quedaban la esperanza de nuestra propia resurrección. Afirma también que lo anunciaban con valentía y su palabra quedaba probada por los milagros que la acompañaban.
Este tesoro –afirma san Pablo- lo llevamos en vasijas de barro: La fe recibida en el bautismo nos viene de Dios y hemos de cuidarla, porque somos un recipiente muy frágil; no obstante la fuerza de Dios nos ayuda a mantenerla viva y nos da valentía para testimoniarla.
Mientras tanto, dediquémonos a ir dando la vida, a ir muriendo con Cristo –nos dice san Pablo, a ser servidores para ser los primeros –les dice Jesús a los apóstoles-; de este modo la vida de Cristo se manifestará también en nosotros el día final de nuestro peregrinar en la tierra.
Este es el ejemplo que nos dejó Santiago el Mayor, el mismo que nos dejaron el resto de los apóstoles. Tratemos de imitarlos.

Santiago apóstol, contigo y como tú somos peregrinos. Que sepamos vivir, el camino de nuestra existencia con los pies  en la tierra, con los ojos en el cielo, con el  corazón en el Evangelio y con el pensamiento en la eternidad. Amén.

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