jueves, 14 de julio de 2016

XVI DOMINGO ORDINARIO - C

LIBRO DEL GÉNESIS 18, 1-10a
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra diciendo:
- Señor, si he alcanzado tu favor no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo.
Contestaron:
- Bien, haz lo que dices.
Abrahán entró corriendo a la tienda donde estaba Sara y le dijo:
- Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.
Él corrió a la vacada y escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase enseguida. Tomó también cuajada, leche, y el ternero guisado y lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron. Después dijeron:
- ¿Dónde esta Sara tu mujer?
Contestó:
- Aquí, en la tienda.
Añadió uno:
- Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.

COMENTARIO

Estamos ante un hermoso y bien construido relato de aparición de la divinidad entre los hombres por medio de mensajeros. El hombre oriental era particularmente sensible y creía firmemente que Dios se hacía presente en la vida del hombre por medio de sus enviados. Por otra parte, queda patente el sentido, tan arraigado en el mundo oriental, de la hospitalidad; esta hospitalidad se ve recompensada con el anuncio de un descendiente.
Estamos ante el aniversario de lo que se conoce como «la crisis de los refugiados»; por lo tanto, será bueno sensibilizarnos y recordar el mandato cristiano de la acogida, de amor a los demás.
En nuestro mundo tan distraído por tantos acontecimientos, que se agolpan de tal manera que no somos capaces de digerirlos todos con calma, la presencia de Dios entre nosotros no es fácil de reconocer en la presencia de nuestros semejantes, en las visitas y encuentros, previstos o inesperados.
En este relato del Génesis se nos presenta a Abrahán como el prototipo del hombre creyente, que ve en los tres personajes que se acercan a su tienda la cercanía de Dios a su vida. Los recibe y agasaja; del encuentro sale enriquecido con la promesa de un heredero.
Magnífica enseñanza para el hombre de hoy: Dios no se manifiesta de forma espectacular, sino que se nos acerca en los acontecimientos ordinarios, se presenta en nuestra casa en las visitas, se dirige a nosotros en el mendigo que reclama nuestra ayuda, en el refugiado que reclama un nuevo hogar, en el enfermo que nos necesita, en el niño que llora desconsolado…

El verano es un buen momento para ser conscientes de la visita enriquecedora de Dios en nuestras vidas.
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