DEUTERONOMIO 30, 10-14
Moisés habló al pueblo, diciendo:
-Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus
preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este precepto
que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el
cielo, para poder decir: «¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y
nos lo proclamará, para que lo cumplamos?». Ni está más allá del mar, para
poder decir: «¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo
proclamará, para que lo cumplamos?». El mandamiento está muy cerca de ti: en tu
corazón y en tu boca, para que lo cumplas.
COMENTARIO
Tras siglos de predicación profética, el autor del texto
llega a la conclusión, basada en un texto del profeta Jeremías (Jr 31), que la
ley la llevamos dentro de nosotros, en lo más íntimo: el corazón. No hay
disculpas ni evasivas para dejar de cumplir la Ley ; no vale la escusa de no saber leer, de ser
ciego o sordo, para liberarse del cumplimiento de la Ley divina.
Harán falta varios siglos más hasta la llegada de Jesús
para descubrir que la Ley
se sintetiza en el amor a Dios y al prójimo. Este sencillo mandato está al
alcance de todos. También Jesús nos ayuda a entender en qué consiste el amor a
Dios y al prójimo con el relato del evangelio de hoy: «Un hombre bajaba de
Jerusalén a Jericó…» (Lc 10, 25-37).
Será luego san Juan quien elabore una hermosa teología
sobre el amor a Dios y al prójimo: «Si alguno dice: Yo amo a Dios y aborrece a
su hermano es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha
visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de
él: que el que ama a Dios, ame también al hermano» (1Jn 4, 20s).
Siempre es tiempo de amar, pero tal vez el verano, tiempo
de descanso para muchos, es un tiempo
más propicio para ejercitarse en el amor: Hay tiempo para acompañar a los
enfermos, a los ancianos que se quedan solos; se puede colaborar con cierta
facilidad en el voluntariado en comedores sociales, en Cáritas; hay tiempo para
estar más con los hijos, para convivir con los vecinos, para organizar
encuentros familiares.
En el corazón llevamos inscrita la ley del amor y el
corazón nos dictará, con toda seguridad, lo que podemos hacer de bueno por los
demás en cada momento de nuestra jornada.
************
No hay comentarios:
Publicar un comentario