jueves, 25 de agosto de 2016

XXII DOMINGO ORDINARIO - C

LIBRO DEL ECLESIÁSTICO 3, 17-18.20.28-29
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.

COMENTARO

El autor sagrado recoge una serie de proverbios relacionados con la naturaleza y beneficios de la verdadera sabiduría, que él identifica con el temor de Dios.
Alguien ha dicho que el orgullo lo adquirimos a lo largo de la vida y que la humildad es bendición de Dios. Esta humildad hemos de pedírsela constantemente a Dios Padre y rogar con insistencia que nos libre de todo orgullo.
De esto es de lo que nos habla también el evangelio de este domingo: Los primeros serán los últimos y los últimos, los primeros.
Estemos siempre abiertos a nuevos conocimientos, porque la vida nos sorprende cada día. Quien asegura que ya sabe todo lo que tiene que aprender carece de la humildad que hoy se nos recomienda.
El cantautor argentino Facundo Cabral nos alecciona con estos hermosos versos: «Aprende  del agua porque el agua es humilde y generosa  con cualquiera,
aprende del agua que toma la  forma de lo que la abriga:
en el mar es ancha, angosta  y rápida en el río, apretada en la copa;
sin embargo,  siendo blanda, labra la piedra dura».
La sabiduría popular cataloga la humildad entre las grandezas humanas y, según el autor sagrado, es también del agrado de Dios, quien favorece a quien procede con humildad en la vida.

Hermosa lección la de hoy para iniciar un nuevo curso y para reincorporarse al trabajo tras el descanso vacacional.
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