sábado, 10 de septiembre de 2016

XXIV DOMINGO ORDINARIO - C

LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 32, 7-11. 13-14
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman:
"Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto"».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
« ¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo:
"Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre"».
Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

COMENTARIO

Este texto se sitúa en un marco con un inestimable contenido teológico. Un texto bien construido con un final dramático e inesperado. Mientras Moisés y Dios sellan un pacto entre Yahvé y su pueblo, este en la falda del monte apostata del Dios que le ha liberado de los egipcios con grandes y portentosos signos.
Sin embargo, lo que llama poderosamente la atención es la manifestación de la inagotable misericordia divina.
Resulta sorprendente observar que Moisés aparece, en el relato, como un ser más misericordioso que el propio Dios, del que en estricta lógica emana la misericordia de sus criaturas, entre las que se encuentra Moisés.
Dios interviene por medio de sus mediadores, y da rienda suelta a su misericordia cuando estos interceden a favor de los hombres.
¡Qué importante es que los sacerdotes, pastores del pueblo de Dios, intercedan a favor de las ovejas que el Señor les ha confiado! ¡Hasta qué punto Dios se deja «manipular» por sus criaturas!
Estamos ante una hermosa actuación pastoral de Moisés y una maravillosa enseñanza: La misericordia de Dios se derrama en el mundo hasta donde el corazón de sus pastores sea capaz de acoger con misericordia al pecador.
El perdón de Dios no tiene límites; el límite se lo hemos ido trazando sus hijos, rácanos en perdonar.
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