jueves, 24 de noviembre de 2016

I DOMINGO DE ADVIENTO - A

LIBRO DE ISAÍAS 2, 1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén:
En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas. Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos. Y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén».
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, venid, caminemos a la luz del Señor.

COMENTARIO
Estamos ante un texto poético en el que el profeta es consciente de los momentos catastróficos sobre el reino de Judá: temor a una invasión inminente y deposición del heredero de David.
La pregunta que nos hacemos es obvia: ¿Qué ve este profeta para anunciar un mensaje tan esperanzador? ¿Qué señales le hacen soñar con un futuro mesiánico esperanzador? La situación del pueblo es de ruina total en el plano material y espiritual. Lo único que ve el profeta, como cualquier buen observador, es la falta de fe y de moralidad en el pueblo y en sus dirigentes, lo que ha conducido a la situación actual; al mismo tiempo, sospecha con fundamento de una probable invasión, por parte de Siria, del reino del norte.
Sin embargo, el profeta y ese resto del pueblo que Yahvé siempre se reserva ven más allá de un futuro cercano, ponen su mirada en ese monte santo, en el que se hará presente la justicia, la concordia y la paz, y alcanzará a todos los pueblos  de la tierra, no solo al pueblo de Israel.
El creyente fiel, el buen cristiano, en situaciones calamitosas, está llamado a poner su mirada esperanzada en un futuro cierto. Es así como contribuirá a que este futuro se haga pronto realidad.

Aprendamos la lección que nos da Isaías, el profeta del Adviento, de la esperanza ya próxima. Desde el desánimo, la falta de fe, la infidelidad, la inmoralidad, el conformismo, la despreocupación no se construye futuro, no surge la vida. El mundo espera esto de los cristianos de hoy: que sean hombres de esperanza, que tengan fe y sean testigos del evangelio que anuncian, comprometidos siempre en la construcción de un mundo más fraterno.
********

No hay comentarios:

Publicar un comentario