jueves, 19 de enero de 2017

III DOMINGO ORDINARIO - A

ISAÍAS 8, 23b-9, 3
En otro tiempo, humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y de sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.

COMENTARIO

Estamos ante un texto introductorio a un hermoso poema de paz. El profeta cree ver la llegada de un tiempo de luz para Galilea, tras un largo periodo dependiendo de Asiria. Esta profecía tiene su cumplimiento un siglo después, en tiempos del rey Josías (s. VII), quien libera al pueblo de la opresión de los gentiles.
Los primeros cristianos de la comunidad de san Mateo han visto en esta profecía de Isaías la llegada de los tiempos mesiánicos. Con el Mesías esperado, Jesús, llega la luz que brilla en las tinieblas; son los tiempos de la alegría como en los momentos de la recolección de los frutos del campo, cuando el año se ha mostrado favorable.
Ahora bien, así como los profetas no controlan del todo las imágenes proféticas que nos describen esos tiempos por venir, tampoco Isaías llegó a conocer la situación del pueblo un siglo después.
En los oráculos proféticos hemos de ver el futuro que siempre nos sorprende: en este caso con la llegada del Mesías esperado en la persona de Jesús. Pero al mismo tiempo esta profecía está hablando de un futuro aún no llegado: la implantación de la paz y justicia final de los tiempos. Este futuro final también encuentra su proyección en diferentes etapas intermedias entre la llegada de Jesús y el final de esa historia de la humanidad.
Recordemos que el creyente vive siempre de esperanzas y disfruta de los sucesivos cumplimientos, mientras espera el cumplimiento de la esperanza definitiva: el encuentro con el Padre.
**********

No hay comentarios:

Publicar un comentario