LIBRO
DE ISAÍAS 58, 7-10
Así
dice el Señor: «Este es el ayuno que yo quiero: partir tu pan con el
hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo, y no
te cierres a tu propia carne. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida
se curarán tus heridas; ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria
del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; pedirás ayuda y te
dirá: "Aquí estoy".
Cuando
alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al
hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las
tinieblas, tu oscuridad como el mediodía».
COMENTARIO
En
el periodo postexílico, el pueblo de Judá pasa por un mal momento. Como
siempre, son los pobres los que soportan la peor parte. Ante esta situación de
extrema necesidad se plantea la posibilidad de convocar un ayuno para obtener
el favor de Dios. Es precisamente en este momento cuando surge la voz del
profeta Isaías que interpela al pueblo, particularmente a sus dirigentes
denunciando la situación de abandono de los pobres: El ayuno que Yahvé quiere
es que compartas tu pan, que vistas al desnudo, que no te cierres a las
necesidades del prójimo.
Isaías
insiste en que hay que tomarse el hambre, la desnudez, la pobreza como problema
propio y no de los que sufren estas carencias. Cuando esto suceda brillará de
nuevo la gloria de Yahvé, se hará presente en el templo para bendecir al pueblo.
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