jueves, 2 de febrero de 2017

V DOMINGO ORDINARIO - A

LIBRO DE ISAÍAS 58, 7-10
Así dice el Señor: «Este es el ayuno que yo quiero: partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo, y no te cierres a tu propia carne. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas; ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: "Aquí estoy".
Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía».

COMENTARIO

En el periodo postexílico, el pueblo de Judá pasa por un mal momento. Como siempre, son los pobres los que soportan la peor parte. Ante esta situación de extrema necesidad se plantea la posibilidad de convocar un ayuno para obtener el favor de Dios. Es precisamente en este momento cuando surge la voz del profeta Isaías que interpela al pueblo, particularmente a sus dirigentes denunciando la situación de abandono de los pobres: El ayuno que Yahvé quiere es que compartas tu pan, que vistas al desnudo, que no te cierres a las necesidades del prójimo.

Isaías insiste en que hay que tomarse el hambre, la desnudez, la pobreza como problema propio y no de los que sufren estas carencias. Cuando esto suceda brillará de nuevo la gloria de Yahvé, se hará presente en el templo para bendecir al pueblo.
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