jueves, 23 de marzo de 2017

IV DOMINGO DE CUARESMA

PRIMER LIBRO DE SAMUEL 16, lb. 6-7. 10-13a
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:
«Llena tu cuerno de aceite y ponte en camino. Te envío a casa de Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí».
Cuando llegó, vio a Eliab y se dijo:
«Seguro que está su ungido ante el Señor».
Pero el Señor dijo a Samuel:
«No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón».
Jesé presentó a sus siete hijos ante Samuel. Pero Samuel dijo a Jesé:
«El Señor no ha elegido a estos».
Entonces Samuel preguntó a Jesé:
-«¿No hay más muchachos?».
Jesé respondió:
-«Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño».
Samuel dijo:
«Manda a buscarlo, porque no nos sentaremos a la mesa mientras no venga».
Jesé mandó a por él y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel:
«Levántate y úngelo de parte del Señor, porque es este».

Samuel cogió el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino sobre David desde aquel día en adelante.

COMENTARIO

El Gran Sacerdote y profeta Samuel recibe la orden de Yahvé de dirigirse a Belén, a la casa de Jesé, porque Yahvé ha elegido a uno de sus hijos para ser el pastor de Israel, para ser el nuevo guía de su pueblo. Ha de suceder a Saúl porque no está siendo fiel al proyecto de Dios.
En el proceso de elección de entre los hijos de Jesé, también Samuel comete el error de dejarse guiar por criterios humanos. El Señor le advierte: No te dejes llevar por las apariencias, porque el Señor mira el corazón. Es así como es elegido David -el menor de los hijos de Jesé-, de corazón noble y generoso.
Desde el momento de su unción como rey, el espíritu de Dios lo invade y lo prepara para ser no solo rey sino también el pastor –en el rico sentido bíblico de la palabra- del pueblo escogido. Él será el rey de Israel, el que lleve al pueblo hebreo a la máxima grandeza en su sucesor Salomón.
Estamos ante un texto bíblico que invita a varias reflexiones, pero hoy es la luz la reflexión que nos ocupa en este domingo.
En este día en que las tres lecturas abordan un tema común -la luz-, este ha de ser el punto en el que pongamos la atención. La luz brilla en la tiniebla; sin embargo esta luz no ilumina a quien no se reconoce vivir en tiniebla.
La luz es imagen de la vida, mientras la tiniebla simboliza la situación de pecado. No reconocerse pecador cierra la puerta de entrada a la Vida.
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