SABIDURÍA 12, 13. 16-19
Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, a quien
tengas que demostrar que no juzgas injustamente.
Porque tu fuerza es el principio de la justicia, y tu
señorío sobre todo te hace ser indulgente con todos.
Despliegas tu fuerza ante el que no cree en tu poder
perfecto y confundes la osadía de los que lo conocen.
Pero tú, dueño del poder, juzgas con moderación y nos
gobiernas con mucha indulgencia, porque haces uso de tu poder cuando quieres.
Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser
humano, y diste a tus hijos una buena esperanza, pues concedes el arrepentimiento
a los pecadores.
COMENTARIO
Nuestra
religión cristiana es una religión de vida y amor. El poder se muestra en la
debilidad. El dios de los cristianos no es un dios de venganza.
La
abundante literatura homilética de nuestros oradores del pasado, amenazando con
terribles castigos y condenación a los
pecadores, quedó archivada en los estantes de las bibliotecas de los
monasterios. Hoy no es de recibo dirigirse al pueblo creyente en esa oratoria
tremendista y condenatoria, por la sencilla razón que no refleja la imagen de
Dios que nos transmite la Biblia.
El
Libro de la Sabiduría, que leemos en este domingo, es el último libro que se
escribe del Antiguo Testamento. Por lo mismo refleja un importante avance en la
revelación de un Dios clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en
piedad y compasión.
En
este libro, Dios muestra su poder en la indulgencia; confunde a los que dudan
de su poder, mostrando su fuerza en la aparente debilidad del perdón.
El
autor sagrado concluye que así Dios educa a sus hijos a ser indulgentes,
aplicando la vara de la justicia con gran humanidad.
Nuestro
Dios es el dios de la paciencia y de la misericordia, que se apiada del pecador,
perdonando hasta setenta veces siete, es decir, siempre.
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