EZEQUIEL 18,25-28
Así dice el Señor:
«Comentáis:
"No es justo el
proceder del Señor". Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?,
¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su
justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió.
Y cuando el malvado se
convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo
salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos,
ciertamente vivirá y no morirá».
COMENTARIO
Este pasaje del Profeta
Ezequiel se sitúa en un momento de la historia de Israel hacia el año 587 a.C.
Es el periodo posterior al exilio de Babilonia.
El pueblo se queja ante
Dios y el profeta les responde en su nombre.
¿Qué culpa tenemos
nosotros de que todo esté en ruinas? ¿Podrá recuperar su antiguo esplendor el
pueblo? El Templo en ruinas, los campos asolados, las ciudades destruidas.
Nuestros padres fueron responsables de que esto sucediera, sin embargo nosotros
sufrimos ahora las consecuencias.
Yahvé envía a su profeta
Ezequiel al pueblo con el fin de que este recupere la esperanza. El profeta
propone un nuevo comportamiento moral. Es cierto que la suerte del pueblo
depende del comportamiento colectivo, pero, a partir de ahora, el que peque
será responsable de su pecado ante Dios.
Predomina, en el mensaje
de Ezequiel, una llamada a la esperanza. Al mismo tiempo, invita a la
perseverancia en el bien, a no cansarse de ser bueno. Finalmente, termina el
texto alabando la misericordia incansable de Dios, quien espera al pecador
hasta el último instante de su vida: Si el pecador se convierte de sus delitos,
ciertamente salvará su vida.
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