miércoles, 18 de octubre de 2017

XXIX DOMINGO ORIDNARIO - A

ISAÍAS 45, 1. 4-6
Esto dice el Señor a su Ungido, a Ciro:
«Yo lo he tomado de la mano, para doblegar ante él las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas, para que los portales no se cierren.
Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título de honor, aunque no me conocías.
Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay dios.
Te pongo el cinturón, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mi.
Yo soy el Señor, y no hay otro».


COMENTARIO

Este profeta, de nombre desconocido, nos presenta una interpretación nueva de la historia universal de salvación. Si los reyes extranjeros anteriores habían sido vistos como medios, necesarios en la acción de castigo de Yahvé al pueblo, este nuevo príncipe, Ciro de Persia, es visto como el libertador del pueblo, partícipe en la acción liberadora de Dios. Piensa este profeta que Dios se vale de la historia humana para llevar a cabo sus planes de liberación y salvación.
¿Qué nos aporta este mensaje en este domingo del DOMUND, día en que recordamos a los misioneros, que dedican su vida a extender el mensaje de liberación –salvación- a los pueblos que nunca han oído hablar de Dios y del evangelio?
En primer lugar, que en la historia humana podemos ver siempre la acción de Dios en la bondad, en los principios éticos y sociales de los pueblos y sus gobernantes. Dios está presente en la historia, no se desentiende de los hombres: si estos obran con bondad y justicia, buscan la paz y concordia entre ellos, entonces es que Dios Padre también ha dado sus talentos a los no creyentes y estos han sabido hacerlos fructificar.
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