ÉXODO 22,
20-26
Esto dice el Señor:
«No maltratarás ni
oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de
Egipto.
No explotarás a viudas ni
a huérfanos. Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor, se
encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y
vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a
alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero
cargándole intereses.
Si tomas en prenda el
manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene
otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita
a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo».
COMENTARIO
En
este pasaje del Éxodo es evidente que Yahvé, el Dios de Israel, se pone del
lado de los parias de la sociedad de aquel entonces, y seguro que de nuestro
tiempo también.
La
opción que toma Dios es clara, no deja lugar a dudas. Dios es dios de todos,
pero parece que sus entrañas de misericordia se conmueven especialmente ante
los desechados de la sociedad, aquellos cuya presencia tanto nos molesta: los
forasteros, los emigrantes los huérfanos, las viudas, los pobres de necesidad,
los que no tienen un céntimo en el bolsillo, una vivienda donde crear un hogar,
ni una prenda de abrigo para defenderse del frío.
Dios
se constituye en padre protector de todos los ignorados y rechazados, con
frecuencia por nosotros mismos. Dios es al mismo tiempo juez y dictará
sentencia en su favor: «Si gritan a mí, yo los escucharé, porque yo soy
compasivo».
Este
texto sigue siendo actual. Poco ha cambiado el mundo. Hoy sigue habiendo
inmigrantes, pobres, huérfanos, harapientos. Cáritas nos recuerda de vez en
cuando la situación en nuestra nación y en nuestro entorno más cercano. Sigue
habiendo indigentes a las puertas de nuestras iglesias, en las calles,
durmiendo en los soportales, arriesgando su vida en pateras. Nos dicen en los
medios de comunicación (televisión, radio, prensa…) que estamos saliendo de una
profunda crisis económica, y así lo creemos porque las cifras de la
macroeconomía así lo indican; por lo tanto, debe ser verdad. Lo cierto es que
Cáritas sigue afirmando machaconamente que la recuperación no acaba de llegar a
todos estos que nos nombra hoy el pasaje del Éxodo.
Ahí
queda este texto que nos abre, una vez más, nuestros ojos a la realidad. De
todos modos, Dios Padre sigue esperando de sus hijos compasión y misericordia.
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