jueves, 2 de noviembre de 2017

XXXI DOMINGO ORDINARIO - A

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 2 7b-9. 13
Hermanos:
Nos portamos con delicadeza, entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Os teníamos tanto que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.
Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes.

COMENTARIO

Este texto de la carta de Pablo a los cristianos de Tesalónica nos sugiere dos reflexiones.
En primer lugar, como en tantas otras ocasiones, Pablo se pone a sí mismo como modelo de pastor entregado, hasta el límite de sus fuerzas, a su tarea de evangelizar y cuidar de los fieles que se le han encomendado. En Pablo vemos las cualidades que ha de tener el sacerdote de nuestros días.
Tradicionalmente,  el pueblo cristiano se ha dirigido al sacerdote con el nombre de ‘Padre’, todo un símbolo de lo que siempre ha representado para él. Hoy se va perdiendo esta costumbre, pero que no sea porque el sacerdote ha dejado de ser padre para sus parroquianos.
El pastor, afirma Pablo, debe cuidar con cariño y delicadeza de los fieles como una madre de sus hijos; es más, el buen pastor debe estar dispuesto a entregar su propia vida por sus ovejas y estas deben facilitar que esta entrega total sea posible porque responden con agradecimiento a sus desvelos (nuestros sacerdotes son humanos y necesitan también del cariño y reconocimiento de los fieles). Pablo les recuerda sus esfuerzos y fatigas, de los que sin duda ya son conscientes; no obstante, Pablo sabe de la importancia y necesidad de exponer sus trabajos y fatigas, porque los hombres con frecuencia olvidamos los beneficios obtenidos.
En segundo lugar, Pablo siente la necesidad de dar gracias él también a Dios Padre porque los cristianos de Tesalónica han acogido su palabra, no como palabra de Pablo, sino como palabra de Dios. Pablo sabe de su torpeza como orador y los tesalonicenses, por lo que parece, también son muy conscientes de que aquella palabra torpe encierra un mensaje de vida, que viene de Dios y así la aceptan. Es por todo esto por lo que la palabra de Dios produce su fruto en aquella comunidad de cristianos.
********************

No hay comentarios:

Publicar un comentario