miércoles, 13 de junio de 2018

XI DOMINGO ORDINARIO - B

EZEQUIEL 17, 22-24
Esto dice el Señor Dios:
«También yo había escogido una rama de la cima del alto cedro y la había plantado; de las más altas y jóvenes ramas arrancaré una tierna y la plantaré en la cumbre de un monte elevado; la plantaré en una montaña alta de Israel, echará brotes y dará fruto.
Se hará un cedro magnífico.
Aves de todas clases anidarán en él, anidarán al abrigo de sus ramas.
Y reconocerán todos los árboles del campo que yo soy el Señor, que humillo al árbol elevado y exalto al humilde, hago secarse el árbol verde y florecer el árbol seco.
Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré».

COMENTARIO

¡Qué fácil es comprender el lenguaje del campo: lengua universal que todos los humanos entendemos. El campo está lleno de imágenes que nos hablan de nuestro Dios, el dios de todos, y de su labor de buen hortelano y agricultor.
Hoy las lecturas nos presentan a Dios como buen cultivador de su campo, que somos los hombres. Se nos habla de fe y confianza, de la semilla de la Gracia que Dios Padre siembra en nosotros y de su paciencia a la espera de que dé el fruto deseado.
El profeta Ezequiel habla de una rama tierna que Dios arranca y planta en una montaña alta de Israel, el monte Sión. Son palabras de esperanza para un pueblo que retorna descorazonado a Sión. La Restauración, como el Reino, es don de Dios. Hay que esperar con paciencia, como el labrador tras la siembra, a que germine la semilla, se desarrolle y madure la cosecha.
Cristo es esa rama tierna cortada del tronco viejo de Jesé, el padre del rey David, del que desciende José, el padre de Jesús. Cristo es don de Dios Padre.
Esa rama crecerá hasta convertirse en un alto cedro que una la tierra con el cielo. A él acudiremos a cobijarnos nosotros. Nos dará sombra en los días calurosos del verano y será abrigo en las noches crudas del invierno. El frío y el calor son imágenes que representan las dificultades y contratiempos que encontramos en nuestro empeño por ser buenos cristianos .
Este cedro frondoso representa la Cruz en la que muere el Hijo de Dios y en la que nos debemos refugiar también nosotros, porque es el único camino de salvación.
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