Jeremías 1, 4-5. 17-19
En los días
de Josías, recibí esta palabra del Señor:
Antes de formarte en el vientre, te escogí,
antes de que salieras del seno materno, te consagré:
Te nombré profeta de los gentiles.
Tú cíñete los lomos,
ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos.
Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte,
en columna de hierro, en muralla de bronce,
frente a todo el país:
Frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes y la gente del campo;
lucharán contra ti, pero no te podrán,
porque yo estoy contigo para librarte,
–oráculo del Señor–.
Antes de formarte en el vientre, te escogí,
antes de que salieras del seno materno, te consagré:
Te nombré profeta de los gentiles.
Tú cíñete los lomos,
ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos.
Mira: yo te convierto hoy en plaza fuerte,
en columna de hierro, en muralla de bronce,
frente a todo el país:
Frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes y la gente del campo;
lucharán contra ti, pero no te podrán,
porque yo estoy contigo para librarte,
–oráculo del Señor–.
COMENTARIO
Allá
por el siglo VII a. C. aparece el profeta Jeremías. Siente la llamada por parte
de Yahvé a ser profeta de los pueblos. Aún era muy joven, pero no es obstáculo
para que Yahvé le llame a la misión profética.
¡Cuántas
veces ponemos obstáculos a Dios cuando nos llama a trabajar en su reino en una
determinada misión! Le presentamos inmediatamente todo tipo de objeciones: aún
soy demasiado joven; hay otros que pueden hacerlo mejor que yo; no tengo
cualidades para lo que me pides; siento miedo ante tal responsabilidad, lo
tendré que pensar un poco más…
Dios
llama a cada uno en el momento más inesperado de la vida. Ciertamente que su
llamada es una invitación y no una imposición. El profeta Jeremías pudo decir
que no. María pudo decir que no a ser madre de Jesús. San José pudo no aceptar
a María como esposa. El apóstol Pablo pudo rechazar ser el apóstol de los
pueblos gentiles. Cada uno de nosotros podemos no aceptar la misión para la que
nos sentimos llamados por el Señor.
Por
otra parte, la llamada de Dios viene acompañada de la fuerza de su Espíritu que
garantiza el éxito de nuestra misión. Podremos tener la sensación de haber
fracasado, pero el éxito final está asegurado: «Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy
contigo para librarte» le dice Yahvé al profeta Jeremías. En la compañía
continua de Dios está el motivo de nuestra esperanza.
El profeta Jeremías nos anima hoy a aceptar la llamada que Dios dirige a
cada uno de nosotros, sin miedo, porque él está con nosotros y su hijo también
se comprometió a estar siempre con nosotros: «Yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).
**********************
No hay comentarios:
Publicar un comentario