CORINTIOS 15, 12. 16-20
Hermanos:
Si
se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos
de entre vosotros que no hay resurrección de muertos?
Pues
si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha
resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de
modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido.
Si
hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más
desgraciados de toda la humanidad.
Pero
Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.
COMENTARIO
Hay un refrán muy popular que nos
puede ayudar a comprender el pasaje que escuchamos en este día de la carta de
san Pablo a los cristianos de la ciudad de Corinto. Dice así nuestro viejo y
sabio refranero castellano: «Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le
cobija».
Entre los cristianos corintios hay
quienes niegan la resurrección de los muertos y, por tanto, lógicamente también
la resurrección del propio Jesús; no la ven necesaria ni fácilmente creíble.
San Pablo les interpela: ¿qué sentido tiene entonces ser cristiano, si Jesús ha
venido precisamente para que todos resucitemos y en él hemos puesto nuestra
esperanza, no solo mientras estamos en este mundo sino también para más allá de
esta vida mortal? San Pablo les argumenta: si no hay resurrección de los
muertos aún vivís en vuestros pecados y sois los más desgraciados de todos los
hombres porque habéis puesto vuestra esperanza en alguien que no os garantiza
vuestro futuro más allá de la muerte.
¿Qué les ha ocurrido a los cristianos
de Corinto? Aprovechando la enseñanza del sabio refrán, podemos asegurar que
los corintios se han arrimado a un árbol seco que no aporta sombra alguna; han
abandonado el cobijo que les proporcionaba Jesús.
A los cristianos que hoy dudan, san
Pablo les anima a despertarse de ese mal sueño y sacudirse de esa especie de
modorra que les abruma, porque «Cristo ha resucitado de entre los muertos y es
primicia de los que han muerto».
Ciertamente Cristo, resucitado de entre los
muertos, es nuestra esperanza y nuestra fuerza para seguir siendo sus
discípulos.
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