jueves, 21 de mayo de 2020

ASCENSIÓN - MARÍA AUXILIADORA

SAN MATEO 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
- Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

COMENTARIO

Hoy se juntan dos celebraciones para la familia salesiana: La Ascensión y la festividad de María Auxiliadora.
La Ascensión nos recuerda el momento en que Jesús desaparece de la visión física entre sus discípulos, pero sigue en medio de ellos hasta el fin. No les deja huérfanos, y les invita a perseverar unidos en la oración hasta la venida del Espíritu Santo, que será su abogado defensor y les acompañará con sus dones en su misión evangelizadora. El próximo domingo lo celebraremos.
Mientras tanto, intensifiquemos nuestra plegaria pidiéndole a Dios Padre que nos envíe de nuevo su Espíritu en estos momentos de preocupación, incertidumbre e inseguridad. Que venga y nos dé nuevos ánimos para vivir al lado de los más necesitados de ayuda material y espiritual; que nuestra vida sea estímulo y testimonio para los que se encuentran cada día con nosotros en el camino de la vida.
Hoy también celebramos la festividad de María bajo la advocación de Auxiliadora de los cristianos. Pidámosle que hoy, como en los primeros tiempos del cristianismo, esté en medio de nosotros acompañando nuestra plegaria y presentándola ante Dios Padre por medio de su hijo.
La devoción a María bajo la advocación de Auxiliadora es muy antigua en la historia del cristianismo. Ya los primeros creyentes la tenían como su principal valedora ante su hijo Jesús. Después del acontecimiento de la Ascensión que nos narran los “Hechos de los apóstoles” el autor nos dice que se dirigieron a Jerusalén al lugar donde vivían Pedro y los otros apóstoles, y a allí esperaron la llegada del Espíritu Santo prometido por Jesús: «Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús y de sus hermanos» -asegura el autor (Hechos, 1, 14).
San Juan Bosco  fue el mayor difusor de esta devoción a María, bajo la advocación de “Auxiliadora”: «No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado»; «Cada ladrillo de esta iglesia es una gracia de la Virgen María» -se refería a la gran Basílica que en su honor comenzó en 1863-.
En 1862, cuando Don Bosco estaba en su máxima plenitud de fuerza e ilusión, hace la opción mariana definitiva: «La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana».
Hoy la fe cristiana, los cristianos no disfrutamos de tiempos mejores ni más tranquilos para la vivencia de nuestra fe. Hoy necesitamos el auxilio de María en nuestras vidas para que ilumine y guíe a nuestros pastores y dirigentes por caminos de paz y entendimiento mutuos.
A ella nos encomendamos en este día con la oración que el propio Don Bosco recomendaba en su novena: «Acuérdate, ¡Oh Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también yo acudo, y me atrevo a implorarte, a pesar del peso de mis pecados. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatiendas mis súplicas, antes bien acógelas benignamente. Amén».
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