miércoles, 22 de enero de 2025

III DOMINGO ORDINARIO - C

 Lc 1, 1-4; 14-21

        Ilustre Teófilo:

Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor".

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba, y se sentó.
Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
- Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír.

 

COMENTARIO

Jesús se manifestó, en primer lugar, a los pastores en la noche de Navidad. Posteriormente se manifiesta a los Magos, representantes de todos los que no pertenecíamos al pueblo escogido de Israel. En el bautismo a orillas del río Jordán Jesús se manifiesta a Israel. En Caná se manifestará a sus discípulos.

Todos esos momentos nos dejan un gozoso y esperanzador mensaje del proyecto salvador que el hijo de Dios ha venido a traer a la tierra: Paz a los hombres de buena voluntad, os ha nacido un salvador –proclaman los ángeles ante los pastores–; este es mi hijo, escuchadlo –dice la voz del Padre el día del bautismo en el Jordán–; en los magos nos sentimos todos acogidos en el plan salvador de Dios Padre; en la boda de Caná María nos invita a hacer lo que él nos diga para que todo nos vaya bien y no decaiga la alegría de la boda, de la vida. En todas esas manifestaciones de Dios a los hombres, un ambiente de esperanza salvadora llega al corazón humano.

Hoy es san Lucas quien nos lo presenta en la sinagoga de Nazaret. San Lucas comienza el relato ordenado de los dichos, hechos y prodigios de Jesús en un contexto también salvífico, de buena noticia para todos, con las palabras del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor»San Lucas omite conscientemente las palabras de venganza, de ajuste de cuentas, de ira de Dios. San Lucas nos dice que con Jesús llega una buena noticia para todos. Esto debemos tenerlo muy presente los creyentes hoy. Nuestro Dios no es un Dios vengativo, perdona, olvida, quiere que vivamos en permanente alegría.

La primera lectura de este domingo está tomada del Libro de Nehemías. El sacerdote Esdras invita al pueblo a alegrarse en el Señor. Y ante el pueblo que llora emocionado al escuchar de nuevo el libro de la Ley, Esdras les anima a estar alegres porque «el gozo en el Señor es vuestra fortaleza» –les dice. En tiempos del sacerdote Esdras lo que provoca ese ambiente festivo es la reunión del pueblo en comunidad en torno al sacerdote para escuchar la lectura del Libro Sagrado, perdido y olvidado durante tanto tiempo. La escucha y explicación del contenido de la Ley les recuerda tiempos pasados, cuando eran fieles a Yahvé. Esa unión y comunión en torno a la Ley les emociona y lloran de alegría al sentirse escuchados de nuevo por Yahvé; y hacen fiesta.

A los cristianos también se nos convoca a participar en la eucaristía dominical. Escuchamos la palabra de Dios, la meditamos, recordamos y celebramos la muerte y resurrección del Señor, anticipo de nuestra salvación.

Cada eucaristía dominical deberíamos recordar las palabras del sacerdote Esdras: «el gozo en el Señor es nuestra fortaleza» y hacer fiesta porque el acontecimiento lo merece. ¿Lo vivimos así los creyentes? Me temo que no.

Pidamos al Señor que el encuentro eucarístico dominical sea el comienzo del día de fiesta semanal, anticipo de nuestra fiesta permanente en el cielo.

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