miércoles, 19 de febrero de 2025

VII DOMINGO ORDINARIO - C

 Lc 6, 27 - 38


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».

 

COMENTARIO

«El Señor es compasivo y misericordioso» (Sal 102). Así rezábamos en el salmo responsorial de este día.

Dios carece de enemigos precisamente porque es misericordioso, perdona siempre. Quien se confiesa enemigo de Dios es porque nunca ha sentido su perdón de cerca. ¿Y cómo puede una persona sentirse perdonada de cerca por Dios? Precisamente a través de los que creemos en él. El perdón de Dios no es algo que experimentamos de modo abstracto, ni es algo que nos imaginamos; el perdón de Dios lo experimentamos, lo vivimos cada vez que alguien nos perdona de verdad. Por esto los discípulos de Jesús estamos llamados a perdonar siempre, a ser misericordiosos siempre, también con  los enemigos, con los que nos odian y hasta nos quitan la vida. Los mártires lo entienden así, porque mueren perdonando a sus asesinos. Estos ejemplos de misericordia los estamos viendo a diario en nuestro mundo, porque los medios de comunicación nos los acercan en sus noticiarios.

Esta es la gran revelación que nos hizo Jesús del Padre. Y así lo entiende san Lucas y lo refleja en su evangelio. El texto evangélico que acabamos de escuchar comienza con estas palabras: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian».

San Mateo propone a sus comunidades: «Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto» (Mt 5, 48). A diferencia de Mateo, Lucas propone: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». Tal vez san Lucas ve demasiado ideal llegar a ser perfectos como Dios, pero no ve tan irrealizable el ser misericordioso.

Es por esto por lo que hoy encontramos en el texto evangélico de Lucas una especie de programa elemental, que va proponiendo diversos y progresivos objetivos hasta llegar a ser tan misericordiosos como Dios Padre lo es con nosotros: Para ello nos anima a comenzar por tratar a los demás como queramos ser tratados nosotros mismos, y si queremos alcanzar algún mérito deberíamos también amar sin esperar a ser correspondidos; y podemos avanzar aún más por el camino de la misericordia, perdonando a los que nos odian, a los que consideramos nuestros enemigos; y seguir así hasta alcanzar la meta de ser tan misericordiosos como Dios Padre lo es con nosotros.

Podemos afirmar que este es también el objetivo que se ha propuesto el papa Francisco: presentar una Iglesia misericordiosa, enviando por todo el mundo a los que llamamos «los misioneros de la misericordia», para que todos se encuentren con el corazón misericordioso de Dios.

Si los cristianos queremos que el mundo crea en Dios, se acerque al evangelio, nos crea a nosotros, crea a la Iglesia y se acerque a la fe, hemos de emprender el camino de la misericordia.

Señor, que seamos cada vez más misericordiosos con todos, que nuestra vida transparente la imagen misericordiosa de Dios Padre, para que el mundo crea en ti.

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