miércoles, 20 de agosto de 2025

XXI DOMINGO ORDINARIO - C

 Lc 13, 22-30


En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó:

-Señor, ¿serán pocos los que se salven?

Jesús les dijo:

-Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: "Señor, ábrenos”, y él os replicará: "No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas". Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí malvados". Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos.

 

COMENTARIO

En los primeros tiempos del cristianismo y en la época en la que vive Jesús parece que la gente se preocupaba de su futuro más allá de esta vida terrena y se planteaban las preguntas esenciales de la vida.

La pregunta que hoy le formulan a Jesús es clara y da la impresión que, de las palabras que estaban escuchando al maestro, se deducía que tal vez no fueran muchos los que iban a heredar la vida eterna; de ahí la pregunta: ‘¿Serán pocos los que se salven?’. La respuesta era sencilla: sí o no. Jesús evita una respuesta escueta, porque su deseo es que todos se salven; en cambio anima a forjarse el futuro. Será necesario esforzarse por entrar por la puerta estrecha, no esperar a que alguien la ensanche; ni aceptar con facilidad a los profetas de ‘la manga ancha’, que siempre los hubo. El Amo de la casa se limitará a cerrar la puerta en el momento oportuno, es decir cuando se acaben todas las oportunidades.
San Lucas insinúa que el Amo (el Señor) ha estado en medio de su pueblo. Este ha tenido la oportunidad de escucharle y aceptar su doctrina; sin embargo, se desprende del texto evangélico que esta oportunidad no ha sido aprovechada. La puerta se va a abrir a otros pueblos y el pueblo preferido de Yahvé se va a quedar fuera, no por haberlo rechazado el propio Yahvé, sino por negarse a entrar. Y es claro que hay un final, que Yahvé no espera eternamente, momento final que viene determinado por la propia finitud del ser humano, aunque no solo por esto.

¿Qué nos puede estar diciendo san Lucas a nosotros, hombres del siglo XXI? San Lucas nos abre los ojos como a la primitiva comunidad a la que él se dirige con su relato evangélico. También para nosotros hay un momento final, que desconocemos; también nosotros debemos esforzarnos por entrar por la puerta estrecha: la de las buenas obras, la del esfuerzo diario y constante por ser fieles al evangelio, la de la ascesis, la del sacrificio, la del desprendimiento de uno mismo a favor de los que llaman a nuestra generosidad cada mañana… Mientras contemos con esta puerta abierta, no nos dé pereza en entrar por ella, porque el Amo puede levantarse a cerrarla definitivamente. Y es claro que no hay otra puerta ni posibilidades de ensanchar la ya existente. ¡No nos dejemos engañar por los falsos profetas, que solo buscan los halagos, el medrar ellos acosta nuestra!

El Señor nos hace hoy, una vez más, una llamada a la conversión. Acojámosla con humildad y valentía.

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